
Los viernes por la tarde el aire huele distinto, más liviano. No hay presiones para el día siguiente, se acaba la semana laboral, y además este viernes era especial: era el último viernes del verano, antes de que los escolares inunden en masa las calles de la capital, antes de que haya que trabajar en serio, antes de la restricción, los tacos, etc.
Así que AmyLuna decidió sacar a flote su lado superficial. Sí, porque la parte Amy es la parte mateíta, racional, responsable (como el personaje de Sailor Moon), y la parte Luna es la parte volada, voluble, variable. Y en su variabilidad, la superficialidad asoma de repente. Y cuando asoma, AmyLuna se mira en los reflejos de las vitrinas, esconde la guata y endereza los hombros, se latea cuando se le cruza algún mendigo y se cuestiona el buen gusto del resto del mundo cuando ve formas de vestirse poco adecuadas o favorecedoras.
Y este viernes, el lado superficial de AmyLuna, al respirar el aire del viernes por la tarde, decidió que no podía irse a su casa sin antes caminar un par de cuadras hacia el Starbucks más cercano, donde pediría su brebaje favorito: un Frapuccino Caramel.
Así que AmyLuna emprendió rumbo hacia Apoquindo con Alcántara. Llegó minutos antes del cierre del local. Iba con la decisión tomada, así que se acercó al mesón y pidió su Frapuccino. Pero... no quedaba base de café. Sin embargo, el aire estaba demasiado rico para desperdiciar la ocasión, por lo que optó por un frapuccino chocolate. De ése si había (el último del día). Y claro, le agregó crema.
Gracias al fantástico método de atención norteamericano, AmyLuna recibió (sin pedirlo! ) un descuento por no haber podido disfrutar de su primera opción. Así que por un vale y 100 pesos, se llevó su frapuccino de chocolate con crema y un galletón de avena con pasas (aunque AmyLuna no come pasas dentro de pasteles ni en comidas, sólo las come solas... pero era un galletón Starbucks).
Y cuando AmyLuna salió a Apoquindo con su vaso en la mano y el sobre con el galletón en la otra, y se vio reflejada en un ventanal con sus jeans más nuevos y su sweater rojo de original diseño (obra de su arañita tejedora personal, su madre) ... por alguna superficial razón, se sintió top.
Y en un segundo, vio los reflejos rojizos del atardecer en los espejos de los edificios de Apoquindo, y se sintió grande. Y se sintió bien respirando el aire de los viernes en la tarde. Y pensó que debería escribir de esa magnífica sensación en su blog.
Y en el segundo siguiente, comenzó a caminar y acercó a su boca la bombilla del vaso.
Y en ese mismo segundo, se ahogó con un trozo de hielo demasiado grande del frapuccino. Y además... encontró el chocolate amargo.
q entrete el realato y escrito en tercera persona.. jojojo