31.8.07
Señorita, ¿me da un autógrafo?
Esta frase me trajo de vuelta al planeta Tierra mientras esperaba concentradísima que el rojo del semáforo se convirtiera en verde.

"¡Chúngale!" me dije (tengo dichos peores, ¿les he contado que viví con mi abuelita? El que más me gusta es el "conchitoreado", o sea, curadillo). "Ya soy famosa y no me avisaron". Y por mi mente pasó mi imagen en vestido de gala con cara de Cecilia Bolocco y una banda atravesada que decía "Miss Bad Cave August 2007".

Es que este mes ha sido demasiado. ¡Ya estoy saltando en una pata porque es 31!

Además del asalto, los trámites para recuperar documentos, mi paranoia que me hace llegar cada día angustiada a la casa cuando me voy sola y la subida de plan arbitraria que se pegó mi isapre (¡gracias ING por subirme 0,6 UF sin preguntar!); mi orden financiero se fue al hoyo y celebré el aniversario de mi cuenta corriente con mi primer sobregiro (estoy segura de que el banco inventó ese cargo que provocó el sobregiro, nunca lo había visto en mi cartola), y para rematarla, aunque no me sacaban cartola hace dos meses, la sacaron ¡exactamente ese día!! Y como nunca, el sueldo que me pagaban el 27, 28 o 29 de cada mes, y que yo me mordía los dedos para no gastar de antemano ... me lo pagaron el 31. ¡Cuec!

Ahora entiendo por qué la gente de más edad se concentra en pasar agosto. Parece que después de cumplir los 25 (bueno ya, los 26), agosto se empeña en ponernos trabas para llegar a septiembre. Y el mes se hace eterno, con sus temperaturas bajo cero, sus escasos rayos de sol, sus 31 días.

¿Por qué en agosto los gatos lo pasan bien y uno lo pasa mal?

Debería tener el mismo efecto en nosotros, habría que concentrarse en pasar agosto por el agotamiento físico y no por el agotamiento mental ... (y de todos modos no me quejaría por el agotamiento físico).

Aunque a partir de hoy, si me piden un autógrafo, sabré que seguramente es porque mi amigo Roberto, más conocido como Don Kaos, me acaba de incluir entre sus 5 recomendados en su post del Blog Day ... éjale!

Esto de ser famosa...

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22.8.07
Histeria colectiva o estrés postraumático

Camino a San Diego con mi cartera bien apretada bajo el brazo. Siento pasos detrás mío, me apuro y me alejo mientras miro de soslayo quién mueve esos pies, para quedar un poco más tranquila. Alguien pasa corriendo al lado mío, el corazón me vuelve a quedar en la garganta. Ya no ando con audífonos por la calle, y pienso harto rato antes de ponérmelos al subirme a la micro.

Finalmente decido que la música me acompañe en este viaje. El último disco de Aleks Syntek sería el soundtrack del recorrido 201 centro-Huechuraba. Algo golpea mis pies: una botella de ... crema de whisky? individual. Me da asquito tomarla para que no suene (sí, soy re escrupulosa) así que la dejo ahí. En el siguiente paradero se me sienta un gallo al lado. Al segundo mira sus pies tras el primer golpe de la botellita. Tampoco la toma.

La micro frena y me resbalo en los poco anatómicos asientos. Como soy chica, debo afirmar los pies en el asiento de delante para no sufrir el "efecto tobogán"(me gusta sentarme en los asientos altos). Mientras la botella da bote entre mis pies y los de mi vecino, sube más gente a la micro.
Sube un hiperkinético, que apenas se acomoda en la parte "cuncuna" de la micro, toma su celular y comienza a hablar, moviéndose de lado a lado, mirando por la ventana y riendo, miranto al techo y moviendo los pies. Mientras él sigue hablando, una niña se sube corriendo y reserva dos asientos vacíos, mirando hacia atrás, donde viene su madre con -supongo- su abuela.
Llegan las dos mujeres y se sientan en ese asiento, desde donde me miran de frente. La niña se acomoda sobre el fierro frente a ellas, pero al rato se para y comienza a pasar de un lado al otro del pasillo, jugando a alcanzar las manillas que cuelgan de los tubos y sosteniéndose en el aire tomando una de cada lado.

Mientras la señora del asiento al otro lado del pasillo mira a la niñita con la misma preocupación que yo siento, el hiperkinético sigue hablando por celular. Yo sigo pendiente de las puertas que quedan abiertas más de la cuenta y de las sombras que se ven cerca de mi ventana (una vez, mientras iba durmiendo en la micro, me despertó un piedrazo dirigido desde la oscuridad hacia mi cara ... menos mal que el vidrio sólo se trizó). Me empieza a bajar el sueño ... pero no quiero dejarme vencer. Y el hiperkinético con el celular, la niñita inquieta, el asiento incómodo y la botellita en el suelo van haciendo una molesta sinfonía de micro (sí, ¿soy idiota y qué?).

Finalmente me pesca el disco de Aleks Syntek. Sus dúos siempre me han gustado (rescato la canción nº 8 del disco, "¿Quién soy?"). Trato de ignorar el resto. El hiperkinético se sienta, pero sigue hablando por celular hasta que se baja. Se baja también la abuelita de la niña, pero en vez de sentarse la niñita en el asiento vacío, lo aprovecha de plataforma para colgarse mejor, mientras su mamá ... mira por la ventana! Mejor miro por la ventana también. Mi vecino de asiento se cambia de ubicación y de pronto la botellita desaparece. Luego la comienzo a escuchar dar bote de lado a lado de la micro.
Se acerca el final de mi viaje. Llega la botellita a mis pies nuevamente. Cuando me bajo, le doy el chute final. Y Aleks Syntek me canta al oído: "Una nube sobre mí / va flotando y vuelve gris / mi vida mi destino".

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16.8.07
Pajareando...
A la salida de uno de mis tantos trámites post-asalto, en la Municipalidad de Providencia (me saqué la foto pa la licencia como a las 17 horas, luego de haber hecho otros trámites y habiendo perdido mis cosméticos esenciales ... el consuelo es que si me controlan ebria, puedo decir que no estoy ebria, que soy así! que vean mi foto ... jajaja!) ... bueno, saliendo de la Municipalidad de Providencia, tienen una exposición ornitológica ... ornito qué?????? ornitológica! No de ornitorrincos... de pajaritos!



Para relajarme un rato, entramos a mirar (andaba con mi mamá, ya he dicho que soy mamona), total la entrada es liberada ... y valió la pena, porque estaba muy linda la exposición! Primero que todo, es cerrada y temperada. Segundo, hay un tremendo Guacamayo al centro, de esos que repiten lo que dices, se ríen y hacen gracias ... hermoso!


Hacia un lado, hay puros pajaritos importados: los más bellos, lejos los australianos. Los que se llamaban Rosellas la llevaban ... también el calafate gris ... y los inseparables, que siempre me han gustado.



Al otro lado tienen muchos canarios con sus posibles mutaciones ... frizados, jaspeados, amarillos y cobrizos. Estaba mirándolos tan absorta que de repente, sin querer, al retroceder me choqué con una señora ... y no hallé nada mejor que decirle:

- Perdón ... es que estaba PAJAREANDO!

Plop!

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12.8.07
Fin de semana de mierrr ... (o la cartera maldita)
Todo comenzó el viernes temprano, cuando decidí estrenar mi cartera nueva ultra topis original colorinche de 3.990 comprada en las liquidaciones de cachureos del Omnium.

Eché lo imprescindible en ella (billetera con documentos-tarjetas bancarias-tarjetas de descuento-boletas varias, monedero, cámara digital con pilas recargables de repuesto, estuche con cargador y cable del mp4 más el pendrive del magister, estuche con mis lápices tinta gel de colores-lápices con olor-lápices regalones, libretita de apuntes, cosmetiquero con rimmel de gel-rimmel negro-delineador café-lápiz sombra ídem-juego de sombras en el tono-rubor tostado-labial café-labial terracota-labial piel-jabón higienic-cepillo de dientes-pasta mini-chapstick-encrespador, celular, tarjeta bip, multivías por si se me pierde la bip... bueno, lo imprescindible) y me dispuse a cerrarla ... damn! El cierre era mañoso. MUY mañoso. Mi papá me dijo "Cámbiala mejor..." y yo obedientemente dije "naaaa....!"

El día transcurrió tranquilo.Como todos los viernes me fui temprano de la ofi, de ahí a los masajes (hay que regalonearse no?), de ahí a dormir siesta (no me envidien) y luego a una junta con mis queridas lulús. En el intertanto, la cartera se lució. Su cierre mañoso-traicionero me molestó todo el día, en un momento incluso me dije "el cierre cagó", pues se salió y quedó a un puro lado ... y a lo más MacGyver en dos estaciones de metro y sólo con mis manitos lo puse de nuevo y logré dejar la cartera bien cerrada.

La cita era a las 19:30 en el Ruby Tuesday de Isidora. Fuimos 4, copuchamos harto, comimos "como señoritas" (zaaaaa!) y a las 21:30 estábamos listas. Llevé la cámara por las puras porque no inmortalizamos ningún momento. Verifiqué no haber quedado en nada con mi "este" y me fui no más. No era tan tarde para irme a mi hogar en Huechuraba. Había sido un día tranquilo. Hasta me había mandado mis buenas acciones: ayudé a una señora con guagua abrochándole los cordones de las zapatillas e hice parar una micro que no me servía para gente que no conocía.

Dado lo mañoso de mi cartera, decidí echarme al bolsillo los artículos "de primera necesidad", por si me traicionaba otra vez y quedaba abierta forever -arriesgando su contenido- o no la podía abrir nunca más. Celular, MP4, tarjeta bip, monedero con mi efectivo y tarjeta redcompra a la mano.

Llegué al paradero y comenzó la espera. Una micro ... no me servía. Dos, tres, cuatro, cinco. Media hora de espera. Al fin llegó una micro que me sirviera. Me subí e hice mi viaje bien relax escuchando el soundtrack de Grey's Anatomy. Me bajé cerca de las 11 pm en Vespucio, afuera del mall Plaza Norte, con mi cartera en una mano, la bolsa con compras y mi libro de usabilidad web "No me hagas pensar" en la otra, y me dispuse a hacer mi recorrido de cada noche.

Atravesé el estacionamiento del mall. No se veía gente. Doblé a la calle que comunica el mall con mi villa. A los pocos pasos algo hizo que me quitara los audífonos. Miré al suelo y vi una sombra corriendo hacia mí. "Cagué" fue lo único que pensé.

Antes de que me alcanzara, paré y me di vuelta, enfrentándolo. Era bajo -de mi porte-, moreno, robusto, de manos toscas, con un gorro y una chaqueta que sólo dejaban ver sus ojos llenos de rabia.

-¡Suelta la cartera conchetumadre!

Pero con ese segundo de ventaja que había tenido para prepararme mentalmente me envalentoné. Y no solté. Y me puse a gritar. Como desaforada.
- ¡¡¡Me están asaltaaandooooooooo!!!

Grité eso y mucho más, cosas con y sin sentido, hasta que sentí la garganta tibia, mientras seguía forcejeando. Estaba al lado del Homecenter y mi papá trabajaba esa noche. Sabía que había gente ahí dentro. Seguí gritando.

Él hizo ademán de sacar algo de su chaqueta y me enterró su puño en el costado. Vi que sólo me quería amedrentar, que no tenía nada, y seguí forcejeando, aunque él me empujaba hacia atrás. Me garabateaba y tironeaba. Nadie salía.

Seguí tirando y tirando, gritando y gritando, hasta que la cartera no dio más y quedé con las manillas en la mano, mientras el resto de mi cartera, con mis cosas, se alejaba de mí en brazos del madafaka. Corrí detrás de él, pero los tacos, los gritos y los forcejeos previos me jugaron en contra. No daba más, y lo perdí.
Me di vuelta y vi que había aparecido un guardia del mall.

- Llame a los carabineros!!!

- NO PUEDO

Quedé lela. ¡Cómo que no podía! Frustrada, dolida, cansada.
Así que el ladrón se llevó la maldita cartera. Con mi cámara. Mis documentos. Mi cosmetiquero. Los accesorios de mi mp4. Los lápices bonitos que me regaló el Álvaro pal magister. Y el guardia "no podía" llamar a los carabineros. Nadie haría nada.

Se llevó mi fin de semana de descanso, y el tiempo valioso de la semana que tendré que gastar sacando documentos de nuevo. Se llevó mi productividad, pues terminé con la mano izquierda -ahí llevaba la cartera- enyesada por lesiones en las partes blandas (un gran moretón con huevo sobre mi mano, dolor en todo el brazo). Se llevó mis rutinas, pues hacer mi camino de siempre para volver a la casa nunca será lo mismo. Se llevó mi seguridad, pues ya no podré caminar tranquila sin apretar mi cartera y mirar todo el tiempo a los lados y atrás.

Recordé mis bolsillos. Rompí el cierre tratando de sacar el celular con mis manos tiritonas. Llamé a mi papá. No podía hablar. Hasta que me salió:

-Me asaltaron. Aquí afuera. Y se llevaron mi maldita cartera.

Epílogo: Mi papá me llevó a recorrer los alrededores en el auto y no había señas del desgraciado. Fui a la comisaría a poner la denuncia, cero urgimiento, me hicieron llenar un montón de papeles y adiós. Mi papá quedó con una tincada. Cuando salió de la pega en la mañana, fue al sitio eriazo que hay cruzando la calle. Encontró los restos de mi cartera, varios de mis papeles abiertos, trajinados. El estuche de mi cámara. Un par de fotos. Mi carnet de donante. Mi libreta de apuntes. Mis ticket restaurant manchados con sangre, al igual que el exterior de mi cartera. Ojalá se haya herido con los alambres de púas oxidados que medio cierran el sitio eriazo donde arrancó con mis cosas. Ojalá lo menos que se agarre sea tétanos. Ojalá.

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