Cuando comenzó la publicidad del Transantiago, decía que este nuevo sistema le cambiaría la cara al transporte público santiaguino. Sin embargo, creo que las nuevas micros sólo le cambian la cara a nuestra ciudad, cambiando las micros amarillas que abarrotan las calles por aquellos modernos buses blancos y verdes; pero la calidad del transporte cambiará realmente cuando evolucione el "homo micrensis".
Sí, porque desde el momento que nos instalamos en un paradero a esperar uno de estos "vehículos de lomoción colectiva", el "homo sapiens" queda atrás y afloran en nosotros los instintos más básicos: la supervivencia, la búsqueda de comfort, la competencia, el salvajismo... nos convertimos en "homo micrensis".
Analicemos el comportamiento de esta especie que subyace dentro de nosotros según las diversas etapas y situaciones a que se ve enfrentado:
- Esperando la micro:
Aquí debemos diferenciar por qué la especie se llama homo micrensis y no homo colectivensis u otra cosa. Generalmente cuando la gente espera colectivos u otro medio, civilizadamente se va ordenando en fila según van llegando, y así los autos se van llenando y partiendo. Pero en el paradero de micro la situación es distinta: la gente se desperdiga buscando la posición más favorable para avizorar a la distancia el número identificador del recorrido elegido. El asiento del paradero queda de adorno, porque siempre frente al asiento habrá una persona que obstaculice la visión, con el riesgo de perder la micro necesitada.
Algunos recorridos se han avivado y han puesto su número en la parte alta, avisando de antemano a sus pasajeros, que se alistan en el paradero para subir. En cambio otras siguen con el número al frente del parabrisas, por lo que la gente se agolpa intentando ver, y luego de que ve la micro que necesita, el homo micrensis corre en pos de su máquina, buscando ser el primero en llegar a ella, y dependiendo la hora, asegurar un cupo en la escalera, comodidad en el pasillo o derechamente un asiento. La victoria del más fuerte, así de simple.
- Pagando el pasaje:
Aquí se hacen notar los distintos caracteres del homo micrensis. Está el organizado, que viene con el monto exacto del pasaje en la mano -o la cifra más cercana-, por lo que paga rápidamente y permite el avance de los pasajeros que suben. Está el volado o el usuario poco frecuente, que se echa al agua al preguntar "¿a cómo está el pasaje?", y luego revuelve sus bolsillos o cartera buscando el dinero para pagar.
Está el platudo, que paga con billetes de $2.000 hacia arriba y demora la fila esperando su vuelto (habitualmente el homo micrensis que hace el papel de chofer se venga dándole vuelto en monedas de $10, de ser posible). Y en el nivel más bajo está el escolar, que se denota por su uniforme, mochila o cara de pavo, y que recibe las peores expresiones del homo micrensis chofer -y a veces del resto de los pasajeros- al mostrar aquella tarjetita que los marca como lo más bajo del sistema social intra micros: el pase escolar.
- En el interior de la micro:
En esta etapa, cual sofisticado tetris humano, los homos micrensis deben acomodarse poco a poco en el reducido espacio. La primera etapa es fácil, cuando hay asientos disponibles. Cuando se acaban los asientos, comienza el nivel 2: acomodarse en el pasillo. El esquema ideal mental es que fueran dos hileras de personas con un pequeño espacio al medio para permitir el paso, aunque sea vía ajuste. Sin embargo, aquí el homo micrensis le agrega dificultad: a algunos les gusta irse de pie cerca de la puerta, e impiden el paso de los que suben después. Otros suelen subir a las micros cargados de bultos (homo micrensis tipo ekeko) con lo que reducen el espacio libre para el tránsito y obligan a los homos micrensis a convertirse en contorsionistas. También existen los homos micrensis rodeados de un margen invisible, que no saben aprovechar el espacio que los rodea aunque sea amplio. Y así, un largo etc.
El nivel 3 de este tetris humano es el más avanzado y sólo se llega a él a ciertas horas y en ciertos recorridos de micro. En este nivel, el homo micrensis debe disputarse un lugar en pisaderas, orillas de puertas o colgando de otro, y además se ve enfrentado a obstáculos para mantener su puesto, como dejar bajar a otro pasajero del bus y recuperar su puesto antes de que otro homo micrensis se lo gane o de que el bus parta dejándolo olvidado.
Otra conducta extraña de los homos micrensis es la voracidad por los asientos. Conocida es la extraña actitud que se posesiona principalmente de los machos, los que al ver subir a hembras embarazadas, con niños pequeños o especímenes de edad avanzada, se ven atacados por un sueño súbito que les impide ceder el asiento. También existen homos micrensis dotados de un radar especial, que "huelen" cuando se va a desocupar un asiento y corren hacia él sin importar lo que haya en el camino. Otra especie es el homo micrensis inconformista, que teniendo una amplia gama de asientos a disposición, se cambia de uno en otro sin sentirse conforme en ninguno de ellos, hasta que sus posibilidades de cambio se ven reducidas con la ocupación de las plazas por otros pasajeros.
Aunque no existe un código de comportamiento para el interior de las micros -salvo el no fumar y las condiciones al volumen de la radio-, hay actitudes en estos vehículos que son consideradas como "impropias" por la mayoría de los sujetos. Por ejemplo, si bien dormir es algo ya aceptado, roncar va un paso más allá y es generalmente mal visto. También los "pasajeros de plaza y media", que ya sea por volumen corporal o mala postura, ocupan su asiento y también la mitad del contiguo. El uso de estos vehículos en estado de intemperancia -o ebriedad- tampoco es bien visto, tanto por comportamientos extraños o por el mal olor que se expande rápidamente por espacios cerrados.
- Al bajar del vehículo:
Existen los homo micrensis organizados, que se paran una cuadra antes de su paradero, tocan el timbre y pueden tener la suerte de que el chofer se detenga en el lugar requerido. Sin embargo, también hay homo micrensis "gerentes", que se paran de su asiento o se abren paso entre la gente justo en el momento de bajar, y gritan a otro que les toque el timbre, y obligan al resto a abrirles paso porque "ellos" tienen que bajar. Existen los indecisos, que se paran, tocan el timbre, y cuando el chofer se detiene, deciden que ésa no era su parada... puede que hagan una señal o no, para que el chofer siga su recorrido y luego elijan el paradero que sí le acomode.
Una innovación que trajo el Transantiago es aquella regla de detenerse sólo en los paraderos... pero aquí por lo general rige la Ley de Murphy, o el diablo mete la cola como prefieren otros. Si el homo micrensis espera la micro en el paradero, y quiere que la micro se rija por ese principio, seguramente el moderno bus irá parando de esquina en esquina, demorando considerablemente el itinerario. Pero si el homo micrensis quiere bajarse en una esquina sin paradero, seguramente el chofer que maneje el bus será de aquellos apegados a la normal y lo dejará a una o dos cuadras del destino original (puntaje doble si el especimen usa tacos).
Luego se superar esta etapa... el homo micrensis deja lugar al homo sapiens nuevamente.
¿Y tú?¿Con cuál especie de "homo micrensis" te identificas?
PD1: Visiten el post sobre los minos mundialerosen el Club de Lulú y voten por su favorito... fui parte del comité editorial, ejem ejem.
PD2: Gracias a todos por sus saludos... el jueves 6 me sacan el cálculo.
PD3: Las fotos fueron extraídas de diversos sitios de internet, por lo que no tengo ningún crédito sobre ellas.
PD4: Ok, ok ... quité la verificación de palabra.
Me confieso... le tengo fobia a las micros... ahora con estos buses del transantiago me he podido olvidar un poco de eso, pero basta que estas cosas se empiecen a llenar para que mis deseos de bajarme de ahí aumenten considerablemente.
Leyendo tu post pude concluír que hay muchas conductas de los "homo micrensis" se repiten en los "homo metrensis" (metro por si no se entendió), y al parecer en estos medios de transporte debiera existir un manual con obligación de ser leído por los pasajeros antes de siquiera pensar en subirse.
Un abrazo y nada pues, el post del mundial quedó de maravillas.