A propósito de que hace poco varias "lulúes" sucumbimos al consumismo frente a una oferta a la distancia (y ahora andaremos "olorositas" por bastante tiempo, jajaja!), quedé pensando ... ¿cuál será el límite entre considerarse simplemente tentada o ser una compradora compulsiva hecha y derecha?
Según un artículo que salió hace poco en Terra, el psiquiatra León Cohen explica que...
"La idea y/o conducta de comprar tiene el carácter de compulsivo cuando se le impone al sujeto de una manera relativamente irrefrenable, de forma tal que el no hacerla le suscita un estado de ansiedad que a veces no logra ser tolerable".
Según ... adivinen ... Consumer.es!:
"Sentimientos de tristeza, rabia, incomprensión, desatención y soledad, encuentran su vía de escape en la compra de artículos muchas veces no necesarios que nos aportan satisfacción en el momento de su adquisición".
Este es -sin duda- un mal de la sociedad moderna. Apuesto que los hombres y mujeres de las cavernas no se satisfacían saliendo a sacar hartas lechugas y frutas. En cambio ahora, que la sociedad valora a las personas por lo que tienen y no por lo que son, salir a comprar y atiborrarse de cosas es una forma de aplacar frustraciones y subir el estatus.
Entre las causas, Consumer consigna las siguientes:
"La impulsividad y la ansiedad caracterizan la compulsión, que responde a una insatisfacción vital intensa, a la carencia de alicientes o estímulos en nuestra rutina diaria, a la ausencia de actitud crítica y a un alto grado de credulidad y vulnerabilidad ante una publicidad comercial que identifica felicidad, seguridad en uno mismo y bienestar emocional con consumo. Intervienen también otros factores, como el deseo de estimulación social o interés por los lugares donde se congregan muchas personas (el centro comercial o las tiendas), y la inseguridad respecto al propio atractivo físico. La desvalorización y déficit de la autoestima también pueden estar detrás de este consumo irracional".
Haciendo un poco de historia, las primeras manifestaciones de las compras compulsivas se dieron en los años 20, pero recién en los 80 se convierten en una enfermedad social. Los jóvenes son considerados el grupo más vulnerable. Y aunque no lo crean, no está muy claro que las más afectadas seamos las mujeres. Los hombres gastan por el estatus social y buscan productos que aumenten su prestigio: autos, propiedades, tecnología. Las mujeres nos vamos por los artículos personales (ropa, cremas, maquillaje, perfumes, joyas) y cosas para el hogar.
¿Soy un/una comprador/a compulsiva?
La compulsión revela adicción. Y según la psicología, para que una conducta se considere adicción debe cumplir tres factores:
-Tolerancia: Necesidad de consumir cada vez más para lograr la emoción.
-Síndrome de abstinencia: Sentir la necesidad de la conducta cuando ésta no se realiza.
-Pérdida del control: Incapacidad de frenar el consumo.
Además, la compra compulsiva es un trastorno del control de los impulsos, como la cleptomanía o la piromanía.
Algunos datos como para autoevaluarse (y preocuparse si corresponde):
-Cuando nos sentimos tristes, deprimidos o enojados, lo único que nos calma es ir de compras.
-Compramos con frecuencia cosas poco útiles, que después nos arrepentimos de haber adquirido.
-Tenemos la casa llena de artículos que no hemos usado y que nos resultan inservibles.
-Nos precipitamos a la hora de comprar, porque no podemos controlar nuestros impulsos.
-Del entorno familiar y de amigos nos llegan mensajes críticos con nuestra desmedida afición a comprar.
-Aunque hayamos comprado muchas cosas o hayamos gastado mucho, nos sentimos insatisfechos cuando reflexionamos en casa sobre los objetos adquiridos.
-Vemos que se nos va el dinero sin darnos cuenta, y a menudo estamos irritados por haber gastado el dinero tontamente.
-Cuando vemos algo que nos gusta, no paramos hasta comprarlo.
-Adquirimos productos “milagro” que intuimos o sabemos inútiles.
-Cuando recibimos el extracto de la tarjeta de crédito, nos sorprende el monto de las cuentas y la cantidad de compras que hemos hecho.
-Nuestro tiempo libre lo dedicamos preferentemente al vitrineo.
Chuta, parece que soy comprador compulsivo ¿qué hago?
-Piensa qué quieres, qué te pasa, cómo te encuentras y busca qué alternativa existe, distinta de la de ir de compras. Recupera algún viejo hobbie o busca uno nuevo, y cultiva las amistades.
-Habla de tu problema con personas de su entorno o con aquellas que lo hayan superado.
-Antes de salir de compras, redacta una lista con el propósito firme de no salirse de ella. Cada nuevo producto debe tener su propia justificación.
-Compra con dinero en efectivo y deja la tarjeta de crédito en la casa.
-Antes de comprar algo, piensa en el uso que le vas a dar y si no la tiene, desiste.
-Revisa semanalmente tus gastos y en qué se han producido.
-Subraya en rojo los gastos inútiles o poco justificados.
-Si algo te gusta, no lo compres de inmediato, espera unos días, coméntalo con alguien y luego decide.
-Si estás convencido/a de que no puedes superar tu adicción o has fracasado en varios intentos, anda al psicólogo.
-No es fácil controlar estos impulsos, pero recuerda que cada vez que controlamos impulsos irracionales que nos perjudican y los vencemos, hemos conseguido una victoria que nos hace más libres. Las adicciones nada tienen de bueno y cuando las vencemos a base de inteligencia, voluntad y esfuerzo, reafirmamos nuestra personalidad y mejoramos nuestro equilibrio emocional y calidad de vida.
Luego de este testamento, me di cuenta de que ... ¡no soy compradora compulsiva! Me gusta vitrinear, me gusta comprar ropa y otras cosas, pero me gusta comprar barato, busco datos y picadas. Además, me di cuenta hace un par de meses que cuando llego a ir a comprar algo, gasto la mitad en cosas para mi familia y el resto en mí... pero de ninguna forma lo siento como una satisfacción personal ni me urjo pensando en las compras del fin de semana. O sea, claro, soy tentada... ¡pero nunca al nivel de enfermedad!
¿Y ustedes? ¿Cómo se relacionan con el consumo?
Más vicios:compra compulsiva
Nop, tampoco soy compradora compulsiva. Cuando hay algo que me gusta y su precio es razonable, jejejeje... adivina qué pasa... igual las veces que ando triste, enojada o deprimida, visitar mi mall, y salir de ahí con una bolsita en la mano es una gran terapia.
Abrazotes!.