
Camino a San Diego con mi cartera bien apretada bajo el brazo. Siento pasos detrás mío, me apuro y me alejo mientras miro de soslayo quién mueve esos pies, para quedar un poco más tranquila. Alguien pasa corriendo al lado mío, el corazón me vuelve a quedar en la garganta. Ya no ando con audífonos por la calle, y pienso harto rato antes de ponérmelos al subirme a la micro.
Finalmente decido que la música me acompañe en este viaje. El último disco de Aleks Syntek sería el soundtrack del recorrido 201 centro-Huechuraba. Algo golpea mis pies: una botella de ... crema de whisky? individual. Me da asquito tomarla para que no suene (sí, soy re escrupulosa) así que la dejo ahí. En el siguiente paradero se me sienta un gallo al lado. Al segundo mira sus pies tras el primer golpe de la botellita. Tampoco la toma.
La micro frena y me resbalo en los poco anatómicos asientos. Como soy chica, debo afirmar los pies en el asiento de delante para no sufrir el "efecto tobogán"(
me gusta sentarme en los asientos altos). Mientras la botella da bote entre mis pies y los de mi vecino, sube más gente a la micro.

Sube un hiperkinético, que apenas se acomoda en la parte "cuncuna" de la micro, toma su celular y comienza a hablar, moviéndose de lado a lado, mirando por la ventana y riendo, miranto al techo y moviendo los pies. Mientras él sigue hablando, una niña se sube corriendo y reserva dos asientos vacíos, mirando hacia atrás, donde viene su madre con -supongo- su abuela.
Llegan las dos mujeres y se sientan en ese asiento, desde donde me miran de frente. La niña se acomoda sobre el fierro frente a ellas, pero al rato se para y comienza a pasar de un lado al otro del pasillo, jugando a alcanzar las manillas que cuelgan de los tubos y sosteniéndose en el aire tomando una de cada lado.
Mientras la señora del asiento al otro lado del pasillo mira a la niñita con la misma preocupación que yo siento, el hiperkinético sigue hablando por celular. Yo sigo pendiente de las puertas que quedan abiertas más de la cuenta y de las sombras que se ven cerca de mi ventana (una vez, mientras iba durmiendo en la micro, me despertó un piedrazo dirigido desde la oscuridad hacia mi cara ... menos mal que el vidrio sólo se trizó). Me empieza a bajar el sueño ... pero no quiero dejarme vencer. Y el hiperkinético con el celular, la niñita inquieta, el asiento incómodo y la botellita en el suelo van haciendo una molesta sinfonía de micro (sí, ¿soy idiota y qué?).

Finalmente me pesca el disco de Aleks Syntek. Sus dúos siempre me han gustado (
rescato la canción nº 8 del disco, "¿Quién soy?"). Trato de ignorar el resto. El hiperkinético se sienta, pero sigue hablando por celular hasta que se baja. Se baja también la abuelita de la niña, pero en vez de sentarse la niñita en el asiento vacío, lo aprovecha de plataforma para colgarse mejor, mientras su mamá ... mira por la ventana! Mejor miro por la ventana también. Mi vecino de asiento se cambia de ubicación y de pronto la botellita desaparece. Luego la comienzo a escuchar dar bote de lado a lado de la micro.
Se acerca el final de mi viaje. Llega la botellita a mis pies nuevamente. Cuando me bajo, le doy el chute final. Y Aleks Syntek me canta al oído: "Una nube sobre mí / va flotando y vuelve gris / mi vida mi destino".

Que locura de día y de post.