
Sí, dígalo 3 veces rápido: Colecistectomía Laparoscópica.
En mi guata están reproducidos los tajitos de la página de la izquierda. Supieran cómo duelen!!
Una noche en el hospital, 10 días de licencia, muchos días a pura sopita y el famoso régimen liviano.
Luego de 25 saludables años, he tenido que pasar por pabellón dos veces en siete meses. Claro que son esas operaciones "mala cuea", no es falla genética, sino que a cualquiera le puede pasar: primero la apendicitis y ahora el cálculo en la vesícula...
La otra vez les comentaba lo bien que describía las hospitalizaciones la Srta Lee, desde la perspectiva de la enfermera. Ahora con mis recientes experiencias les puedo contar desde el punto de vista del enfermo.
Primero, les haré notar una gran diferencia que conocí ayer: por la apendicitis entré de urgencia y caí en multipensionado... o sea, una pieza con 4 personas más, con horarios de visitas restringidos, donde debes llevar un bolsito donde guardar tus cosas, tu toalla y creo que también tu confort, donde te atienden en mayoría enfermeras en práctica y donde un viejo bruto, cuando me dolía el brazo donde tenía la aguja por la que pasaba el suero, en vez de cambiármela me metió el analgésico ahí mismo... después de mi llanto y el escándalo de las otras viejas de la habitación, vino la enfermera jefa y me sacó la cuestión... que estaba como cola de chancho en mi venita.

Hasta las enfermeras se veían más cuicas. En vez de llegar y bañarme en la mañana, me pasaron toallas, y mis cosas de aseo desde mi bolso. Había un teléfono a mi disposición en mi velador, y mis visitas se podían quedar conmigo prácticamente todo el rato sin que viniera ningún guardia a echarlos. Y si la vecina quería privacidad... corría sus cortinas. En multipensionado, cagaste con la privacidad!! A no ser que pidas un biombo o alguna enfermera se compadezca de tus pocas ganas de exhibirte a todo color frente a otras 4 familias desconocidas.
Sin embargo, otras experiencias de la hospitalización son igual de humillantes sin importar la categoría de pieza.
Partamos por las benditas batas de Merlín el Mago. Una se preocupa de llevar su mejor pijama... pero llegas allá y te dicen "no, para qué, aquí le tenemos su bata". Una bata blanca, con estrellitas azules, abierta entera por la parte de atrás y con la última tira cortada. Resultado? Una paseándose a "potope" por el hospital. La bata que te dan para taparte el trasero tampoco es para nada sentadora.

Te hacen sacarte aros, collares, anillos, pintura de cara y de uñas y amarras del pelo. Uno como última medida de dignidad -o femeneidad- se queda con los calzones puestos... pero la enfermera que te viene a buscar con la camilla para el pabellón te ve subir, y te dice inmediatamente "sin cuadros a pabellón". Y el auxiliar del hospital mirándote de frente al otro lado de la puerta... uf! obligada a hacer las peripecias de Houdini para sacárselos piolamente bajo las sábanas. Y sólo pensar que el doctor tiernucho que te ha estado atendiendo te verá en pelotas, te hace volver a ponerte roja sola.
Luego de un mareador recorrido por los pasillos hasta el pabellón, llegas a una sala de espera. Escuchas cómo le hablan a la señora de al lado del tumor de su mama, le preguntan por sus hijos, y le cuentan que le sacarán lo que le queda y también los ganglios para prevenir cualquier cosa... y tú dices "y yo aquí weveando por una piedra de un centímetro en una tripa cagona". Pero bueh...
Luego, entrar al pabellón. Te hacen desabrocharte la famosa bata, te ponen los sensores con los que te monitorearán los signos vitales, y la anestesista nº 1 pregunta nuevamente: ¿cuánto pesas? Ahí mejor decir de más que de menos, porque ninguna gracia que se te acabe el efecto de la anestesia en la mitad de la operación. Luego el anestesista nº 2 te vuelve a preguntar. Y la nº 1 antes de enchufarte la aguja... te vuelve a preguntar! Ante la respuesta semi choreada de la paciente - o sea yo- el equipo se ríe y dicen que todo quedará bajo sumario. Tsss... con todo lo que me pelarán mientras esté dormida, media gracia.

Bueno, hasta que me debo haber dormido, porque desperté en otra pieza, muy adolorida... escuchando como las enfermeras pelaban a una niña que había despertado agitada de la anestesia, y se había sacado la vía endovenosa... me miro las manos y me veo el tremendo parche en la mano que me habían puesto la anestesia, y que tengo el suero en la otra mano... ups! Aunque ahora que me veo, pucha que me debe haber dolido para habérmela tirado semiconsciente! Tengo un tremendo hoyo de recuerdo de la aguja, un moretón, y la vena me duele al tacto hasta la mitad del brazo más o menos. En cambio donde me pusieron el suero después, tengo una marca chica y un moretón mucho más suave.
En la recuperación me preguntaron chorrocientas veces si me dolía, que dijera de 1 a 10 cuánto me dolía, cuando lo único que yo quería era no hablar para no llenarme de gases como la otra vez (sí, cuando te abren, te dejan toda inflada, y si además te pones a hablar como loro luego de la operación tragas más aire... y creo que todos ustedes saben lo que duelen los gases acumulados).
Cuando al final me mandaron a la pieza, y yo estaba ilusionada con poder dormir en paz... siento que me despiertan al rato para revisarme las heridas, para tomarme la presión (soy el terror de las enfermeras, tenía presión de 9/6) y saber si tenía ganas de hacer pipí. Claro que tenía ganas, si soy "pipímaniaca" ... entonces me trajeron aquel nunca bien ponderado aparato: la chata!!!

No sé ustedes, pero yo soy lo más escrupulosa que hay para hacer pipí. No puedo hacer en los matorrales ni en baños feos, menos en público. Entonces que te pongan esas cosas metálicas en la cama -ya el nombre da una pista de lo feos que son- y que te rejuren que podrás hacer sin mojarte ni manchar nada... no sé. Ni la otra vez ni ahora pude, aunque me muriera de ganas. Y la enfermera déle con dejármela ahí, se iba un ratito y volvía, la vecina de pieza me daba ánimo y me decía que no pasaba nada... pero mi vejiga seguía en no. Así que fui la mujer más feliz cuando el doctor me pasó a ver a las 7 am y me dijo que me podía levantar... volé al baño!!
Y eso principalmente fue mi segunda peripecia en el hospital... espero que mi próxima visita, (y en un buen tiempo más)... sea a la maternidad!!
Qué bueno que estás de vuelta en tu casita, y que no tendrás que salir temprano a morirte de frío para ir a la pega, jejeje.
Nada pues, después de las experiencias que has contado no tengo ninguna intención de pasar por un hospital, a no ser porque voy a visitar a algún conocido. La última vez que alojé en uno fue cuando nací y por supuesto no me acuerdo absolutamente de nada, por supuesto que prefiero que las cosas sigan siendo así.
Un abrazo y que te recuperes bien!!.
=)