No, no despotricaré aquí contra los
hombres fanáticos del fútbol ni nada por el estilo. Primero, porque "mi" hombre nunca me dio (me ha dado? como están las cosas ya no sé qué verbos usar, qué complejo no?) problemas con esas cosas, no es fan de ningún equipo, no perdía tardes de domingo viendo partidos en TV ni yendo al estadio.
Soy yo la futbolera, aunque de un modo poco habitual: prefiero mil veces
jugarlo que
verlo.
Mi vida ha estado seudo marcada por este deporte.
Cuando nací, Chile jugaba las eliminatorias para el mundial de
España 82. Mi mamá, pobre pollo de 20 años que de pura orgullosa se fue a "mejorar" a un hospital de mala muerte como indigente, pasó dos horas casi desangrándose en un cuarto con escobas porque un auxiliar "distraído" la dejó ahí cuando la cambiaba de pieza por ir a ver algo en un partido ...
Cuando cumplí 10 añ
os, exactamente ese día, a Colo - Colo se le ocurrió ganar la
Copa Libertadores. Mi abuelita materna y mi mamá eran seguidoras del equipo, así que mis únicos recuerdos de ese cumpleaños son paseando en auto con banderas por Plaza Italia, con mi papá -chuncho de corazón - manejando con cara larga. Ni siquiera recuerdo torta, sólo un "calzón roto" que me dio mi abuelita cuando la fuimos a dejar a su casa luego de los festejos.
Ya más grande, mi negación deportiva me hizo peregrinar por varias disciplinas. Mis dedos nunca fueron lo suficientemente flexibles para el
volleyball. Nunca tuve la coordinación suficiente para el
basketball -dar bote a la pelota, correr, mirar a quien dar pase o cómo encestar eran
muchas acciones juntas para mí. En
handball me fue un poco mejor, pero lamentablemente está muy poco difundido. Entonces, qué me quedó... el
fútbol. Y ahí salvaba.
En 4° medio
debuté -futbolísticamente hablando- en el campeonato interescolar femenino de Antofagasta. Mi mamá se había quebrado un tobillo bajando una escalera el día anterior, así que a mi papá sólo le faltó ponerme casco. Entré a la cancha como
gladiadora, con las canilleras abultando mis ya generosos "tutos". Pero me fue bien. Fui defensa titular todos los partidos. Jeje...
Por la patria, Dios y la universidad, soy seguidora de la UC. Seguidora, pero no fan. Soy media enemiga de los eventos masivos, así que no voy al estadio.
Sin embargo, en una época me dio por hacer todas esas cosas tontas que uno quisiera hacer y no ha hecho. Mi pololo me llevó al
persa Bío Bío -sí, lo conocí a los 20 años, y qué?- y también él me regaló una entrada a
un concierto - pa
ra ver a
Miguel Bosé. Y
mi abuelo me llevó al estadio a ver al equipo de sus amores:
Magallanes. Creo que fue contra
Melipilla. O sea... no era de esos partidos en que la Intendencia dispone
seguridad extra debido a su alto riesgo. Pero fue chori. Escuchar los 90 minutos a
la bandita -tienen que verla un día, puros viejitos ahí tocando bombos y trompetas-, a los familiares de los jugadores gritando sus goles y jugadas -yo creo que éramos los únicos sin parentesco con los jugadores en el escaso público-, en fin, creo que
fue una buena primera vez.
Cuando entré a la universidad y vi que en los optativos deportivos existía
fútbol damas, quise tomarlo de inmediato. Sin embargo, primero la lejanía de Campus Oriente, luego los demandantes talleres y sus correcciones siempre impedían que yo tomara el ramo. Sólo el
2003 lo logré. Y sin mentir que fue
el mejor año de mi vida.
Con esas chiquillas llegamos dos veces a la final de los Juegos PUC, el campeonato interno que se hace unas tres veces al año en la universidad. Una la ganamos y una no. Una final fue con cuática, contra un equipo de medicina, con una compañera inconsciente por un pelotazo, una ambulancia de la Help maniobrando por las canchas de San Joaquín, jugando sin luz como a las 8 de la noche, uf! Ésa fue la que ganamos ... Además en ese equipo había un grupo humano increíble. Era chistoso ver que las mujeres que jugamos fútbol tenemos un carácter tan "especial" y nos relacionábamos tan bien. Cómo olvidar los asados en "Macchu Picchu" -la casa en las alturas de Lo Barnechea de la Lucy-, el paseo a la playa, ¿qué es vomitar? y todas esas anécdotas. Qué nostalgia.
Lamentablemente, yo ya estaba en el último año de U, y las obligaciones laborales me fueron alejando. Aún me invitan a la playa de repente, hablamos por msn, nos saludamos por mail para los cumpleaños... y aunque ya no encaje ahí, quedan los recuerdos de una etapa preciosa. Cosas del fútbol no?
Otra volada de * A m y L u n a * a las 11:20 a. m.