30.6.06
Homo micrensis

Cuando comenzó la publicidad del Transantiago, decía que este nuevo sistema le cambiaría la cara al transporte público santiaguino. Sin embargo, creo que las nuevas micros sólo le cambian la cara a nuestra ciudad, cambiando las micros amarillas que abarrotan las calles por aquellos modernos buses blancos y verdes; pero la calidad del transporte cambiará realmente cuando evolucione el "homo micrensis".

Sí, porque desde el momento que nos instalamos en un paradero a esperar uno de estos "vehículos de lomoción colectiva", el "homo sapiens" queda atrás y afloran en nosotros los instintos más básicos: la supervivencia, la búsqueda de comfort, la competencia, el salvajismo... nos convertimos en "homo micrensis".

Analicemos el comportamiento de esta especie que subyace dentro de nosotros según las diversas etapas y situaciones a que se ve enfrentado:

- Esperando la micro:

Aquí debemos diferenciar por qué la especie se llama homo micrensis y no homo colectivensis u otra cosa. Generalmente cuando la gente espera colectivos u otro medio, civilizadamente se va ordenando en fila según van llegando, y así los autos se van llenando y partiendo. Pero en el paradero de micro la situación es distinta: la gente se desperdiga buscando la posición más favorable para avizorar a la distancia el número identificador del recorrido elegido. El asiento del paradero queda de adorno, porque siempre frente al asiento habrá una persona que obstaculice la visión, con el riesgo de perder la micro necesitada.
Algunos recorridos se han avivado y han puesto su número en la parte alta, avisando de antemano a sus pasajeros, que se alistan en el paradero para subir. En cambio otras siguen con el número al frente del parabrisas, por lo que la gente se agolpa intentando ver, y luego de que ve la micro que necesita, el homo micrensis corre en pos de su máquina, buscando ser el primero en llegar a ella, y dependiendo la hora, asegurar un cupo en la escalera, comodidad en el pasillo o derechamente un asiento. La victoria del más fuerte, así de simple.

- Pagando el pasaje:


Aquí se hacen notar los distintos caracteres del homo micrensis. Está el organizado, que viene con el monto exacto del pasaje en la mano -o la cifra más cercana-, por lo que paga rápidamente y permite el avance de los pasajeros que suben. Está el volado o el usuario poco frecuente, que se echa al agua al preguntar "¿a cómo está el pasaje?", y luego revuelve sus bolsillos o cartera buscando el dinero para pagar.

Está el platudo, que paga con billetes de $2.000 hacia arriba y demora la fila esperando su vuelto (habitualmente el homo micrensis que hace el papel de chofer se venga dándole vuelto en monedas de $10, de ser posible). Y en el nivel más bajo está el escolar, que se denota por su uniforme, mochila o cara de pavo, y que recibe las peores expresiones del homo micrensis chofer -y a veces del resto de los pasajeros- al mostrar aquella tarjetita que los marca como lo más bajo del sistema social intra micros: el pase escolar.

- En el interior de la micro:

En esta etapa, cual sofisticado tetris humano, los homos micrensis deben acomodarse poco a poco en el reducido espacio. La primera etapa es fácil, cuando hay asientos disponibles. Cuando se acaban los asientos, comienza el nivel 2: acomodarse en el pasillo. El esquema ideal mental es que fueran dos hileras de personas con un pequeño espacio al medio para permitir el paso, aunque sea vía ajuste. Sin embargo, aquí el homo micrensis le agrega dificultad: a algunos les gusta irse de pie cerca de la puerta, e impiden el paso de los que suben después. Otros suelen subir a las micros cargados de bultos (homo micrensis tipo ekeko) con lo que reducen el espacio libre para el tránsito y obligan a los homos micrensis a convertirse en contorsionistas. También existen los homos micrensis rodeados de un margen invisible, que no saben aprovechar el espacio que los rodea aunque sea amplio. Y así, un largo etc.

El nivel 3 de este tetris humano es el más avanzado y sólo se llega a él a ciertas horas y en ciertos recorridos de micro. En este nivel, el homo micrensis debe disputarse un lugar en pisaderas, orillas de puertas o colgando de otro, y además se ve enfrentado a obstáculos para mantener su puesto, como dejar bajar a otro pasajero del bus y recuperar su puesto antes de que otro homo micrensis se lo gane o de que el bus parta dejándolo olvidado.

Otra conducta extraña de los homos micrensis es la voracidad por los asientos. Conocida es la extraña actitud que se posesiona principalmente de los machos, los que al ver subir a hembras embarazadas, con niños pequeños o especímenes de edad avanzada, se ven atacados por un sueño súbito que les impide ceder el asiento. También existen homos micrensis dotados de un radar especial, que "huelen" cuando se va a desocupar un asiento y corren hacia él sin importar lo que haya en el camino. Otra especie es el homo micrensis inconformista, que teniendo una amplia gama de asientos a disposición, se cambia de uno en otro sin sentirse conforme en ninguno de ellos, hasta que sus posibilidades de cambio se ven reducidas con la ocupación de las plazas por otros pasajeros.

Aunque no existe un código de comportamiento para el interior de las micros -salvo el no fumar y las condiciones al volumen de la radio-, hay actitudes en estos vehículos que son consideradas como "impropias" por la mayoría de los sujetos. Por ejemplo, si bien dormir es algo ya aceptado, roncar va un paso más allá y es generalmente mal visto. También los "pasajeros de plaza y media", que ya sea por volumen corporal o mala postura, ocupan su asiento y también la mitad del contiguo. El uso de estos vehículos en estado de intemperancia -o ebriedad- tampoco es bien visto, tanto por comportamientos extraños o por el mal olor que se expande rápidamente por espacios cerrados.

- Al bajar del vehículo:

Existen los homo micrensis organizados, que se paran una cuadra antes de su paradero, tocan el timbre y pueden tener la suerte de que el chofer se detenga en el lugar requerido. Sin embargo, también hay homo micrensis "gerentes", que se paran de su asiento o se abren paso entre la gente justo en el momento de bajar, y gritan a otro que les toque el timbre, y obligan al resto a abrirles paso porque "ellos" tienen que bajar. Existen los indecisos, que se paran, tocan el timbre, y cuando el chofer se detiene, deciden que ésa no era su parada... puede que hagan una señal o no, para que el chofer siga su recorrido y luego elijan el paradero que sí le acomode.

Una innovación que trajo el Transantiago es aquella regla de detenerse sólo en los paraderos... pero aquí por lo general rige la Ley de Murphy, o el diablo mete la cola como prefieren otros. Si el homo micrensis espera la micro en el paradero, y quiere que la micro se rija por ese principio, seguramente el moderno bus irá parando de esquina en esquina, demorando considerablemente el itinerario. Pero si el homo micrensis quiere bajarse en una esquina sin paradero, seguramente el chofer que maneje el bus será de aquellos apegados a la normal y lo dejará a una o dos cuadras del destino original (puntaje doble si el especimen usa tacos).

Luego se superar esta etapa... el homo micrensis deja lugar al homo sapiens nuevamente.

¿Y tú?¿Con cuál especie de "homo micrensis" te identificas?



PD1: Visiten el post sobre los minos mundialerosen el Club de Lulú y voten por su favorito... fui parte del comité editorial, ejem ejem.


PD2: Gracias a todos por sus saludos... el jueves 6 me sacan el cálculo.

PD3: Las fotos fueron extraídas de diversos sitios de internet, por lo que no tengo ningún crédito sobre ellas.

PD4: Ok, ok ... quité la verificación de palabra.

24.6.06
Fin de semana largo, las pinzas!!
Ese "las pinzas" para lo que no lo conozcan, es equivalente al "my ass!" más actual... una expresión de ironía.

Fin de semana largo para muchos es sinónimo de mucho carrete, de salidas fuera del humo que envuelve a la capital, descanso, tiempo para las actividades que generalmente no realizamos...

Pero para mí, ha sido sinónimo de dolor (físico, que es preferible al sicológico de todos modos).

No sabía que los 25 años eran mi fecha de vencimiento. Se me acabó la garantía, empezaron las fallas de materiales, el mal funcionamiento, etc.

Don Murphy se picó por el post anterior. Y como "todo puede ser peor", el miércoles por la tarde me dio un repentino y agudo dolor al centro de mi estómago, por debajo de las costillas. Y recordé aquel descubrimiento médico mientras intentaban diagnosticar mi apendicitis en diciembre pasado: "tiene un pólipo en la vesícula, pero pequeño, de 6 mm. Por cualquier cosa, contrólese en 6 meses".

Y saqué cuentas... ups! Había terminado mi ultimátum.

Fui al doctor. Me mandó a hacer una ecotomografía abdominal y una endoscopía, porque también se inclina por la úlcera (dado mi nivel de estrés y antecedentes familiares).


Pero conseguí primero hora para la ecotomografía.

Mientras la doctora se entretenía pasando la maquinita esa por sobre la jalea helada en mi guata adolorida, y enterrándola de vez en cuando en lugares estratégicos, me pregunta:

-¿Ud venía por un pólipo vesicular?
- Sí... por? (mi esperanza era que me dijera ... "porque no tiene nada")
-Porque ud tiene el TREMENDO cálculo... se va a tener que operar.
- Onda ahora ya? (recordé toda mi odisea de la apendicitis de urgencia)
-No, pero luego... si no llegará aquí de urgencia con una colecistitis y habrá que tajearla.

Pero la doctora estaba media apurada y se puso a preguntar por los otros pacientes y no pude preguntar más detalles.

Mi mamá y el dr que me había examinado querían que me internara de urgencia, pero yo prefiero esperar. O que me dé el ataque y entrar a urgencia con todos los méritos, para que me operen al tiro y no tener que pasar por todos los exámenes como cuando llegué con mi apendicitis rara (sin contar con la tortura de estar hospitalizada que tan bien describe la Srta Lee en este post)... o para poder operarme de forma programada como lo hace todo el mundo.

Así que espero pasar el fin de semana, con este horrible dolor al costado, y con mi dieta muy muy liviana (o sea, agüita hervida, pollo cocido, fideos blancos, arroz blanco y jalea... wácala!) ... o si no posteo en un tiempo, ya saben por qué fue.

21.6.06
Ley de Murphy
No, no estaba muerta (si no el blog se llamaría "El cielo de AmyLuna" y yo sería la primera blogger del más allá jajaja!).

Tampoco andaba de parranda (me gustaría igual, pero en realidad ando en todo lo contrario... llena de pega!).

La falta de actualización no se debe a la falta de ideas... en realidad estoy llena de ideas, pero no de tiempo para escribirlas, y luego se me añejan en la cabeza y aunque nunca las haya escrito y nadie las haya leído... igual siento que pasó la vieja y al final no las subo tampoco.

Así, la Ley de Murphy me ha perseguido este último tiempo...

Por ejemplo: cuando estás en la fila para pasar por caja en el supermercado, y ves a alguien delante tuyo que se saca los billetes de las zapatillas para pagar. Piensas ¡qué asco! Y luego, cuando es tu turno, pagas tu compra, y recibes en tu vuelto un billete levemente húmedo... es Murphy!

Cuando te invitan al cine, luego de mucho tiempo sin ir, y ajustas el horario de tu pega con las funciones, con las clases de tu pololo y todo ... y él por pasearse a pata pelada por su depto, se vuela un dedo del pie, que instantáneamente se le inflama y se le pone morado... el panorama termina siendo la clínica Santa María, y lo único que ves en una pantalla grande es la radiografía de un dedo fracturado. Eso es Murphy!

Cuando encuentras las botas de tus sueños, y aunque son horriblemente caras, estás dispuesta a pagarlas para que te duren varios años... piensas una semana cómo arreglar tu presupuesto, y cuando te decides y vas a la tienda... ya no están en vitrina, y al preguntar por ellas, te dicen "ahh, ésas están agotadas en todas las tiendas" ... y piensas "qué manera de haber mujeres dispuestas a gastar 80 lucas en un par de botas!". Es Murphy metiéndose en tu vida de nuevo.

Cuando molestas y molestas en tu casa para conseguir que bajen la ropa de invierno del entretecho, pensando en volver a ponerte tus sweaters favoritos... y al revisar las cajas con la ropa guardada, no los encuentras en ninguna parte! Ése es Murphy (en colaboración con los duendes que desaparecen cosas dentro de las casas).

Así que espero que desafiando a este caballero y posteando nuevamente, a pesar de todas las trabas que ha puesto en mi camino... se cambie de vida y vaya a molestar a otra persona!!

PD: La reciprocidad ya viene, ya viene... dénme tiempo!
PD2: Sólo pude subir una foto, grrr!!! Murphy otra vez.
PD3: Las estrellitas que salen abajo son para que voten por el post... sólo acepto votaciones con 5 estrellas! jjajaa!
7.6.06
Manifiesto del cuarto de siglo
25 años. Un cuarto de siglo. Siempre los cumpleaños son ocasión de reflexión, de dar vuelta la cabeza, mirar hacia atrás, y luego hacia adelante para ver lo que nos queda.

Con 25 años me siento joven, pero no adulta. Y pienso en aquellas cosas que mueven mi vida, y probablemente la vida de muchas mujeres de mi edad.

La eterna lucha con los kilitos de más (no todo puede ser tan profundo no?). Creo que he pasado 7 años de mi vida peleando con el rollito regalón. Lamentablemente no soy de las mujeres favorecidas con un metabolismo mágico o con factores genéticos que me ayuden. Nooooo... soy de ésas que después de 25 años aún no se puede tocar la punta de los pies al elongar (y no es por la guata).

De ésas que ha sido porrista fuera de tiempo haciendo aeróbica, que se ha cagado las rodillas haciendo step, de las que ha comprado el mejor colgador de su vida instalando una bicicleta estática en su casa, de las que ha aprendido qué es un offside luego de jugar fútbol por un año, de las que intenta en vano aprender a pegar combos y patadas como corresponde haciendo aerobox...

De ésas que por el par de meses que dura el gimnasio se siente toda una sílfide, pero que apenas deja de concentrarse en redescubrir músculos y reventarse saltando a diario, siente que se infla y se desarma como si se derritiera... de ésas que ha probado batidos mágicos (son muuy malos!), que ha tragado sopa de repollo a la fuerza por un par de semanas, que ha odiado al sr Scarsdale y su dieta con quesos extraños, que ha tomado levadura de cerveza, lecitina de soya, vinagre de manzana, picolinato de cromo, litros y litros de agua diarios, que ha transpirado como animal por tomar sibutramina ... pero que nunca ha caído tan bajo como para probar Herbalife.

De 25 años, llevo 23 leyendo. De esos 23, llevo 20 sabiendo que las guaguas nacen por la unión de un óvulo con un espermatozoide, pero sólo unos 13 sabiendo cómo llegaba el espermio al óvulo jajaja! (soy ingenua ya?).

Por 12 años fui estrellita, por 5 fui "floja con talento". En estos 25 años, creo que he cumplido el 90% de las metas académicas que me he propuesto. El 10% me significó hacer un semestre más de universidad cursando un puro ramo... pero me permitió disfrutar a concho esa última época.

De 25 años, pasé 13 con el pelo castaño oscuro, dos con el pelo rucio desteñido, tres con el pelo rojizo, medio año con el pelo caoba-morado, varios años con el pelo mixto y ahora comencé una nueva etapa... con el pelo negro.

De 25 años, durante 4 me vistieron sólo de amarillo, blanco, celeste y rosado, con "capelinas" y delantales de encaje. Toda la vida he usado los sweaters que mi mamá me teje (incluso el amarillo que odiaba). He usado pantalones lila con pinzas y suspensores fucsia, he usado blusas gitanas, patas con polerones largos a juegos, chaquetas de jeans de hombros anchos con aplicaciones, tuve ropa de colores flúor, me hice copete (no de trago) y me paré la chasquilla con laca, me cortaron el pelo escalonado haciéndome un moño arriba y pegando el tijeretazo, sufrí con los tirones de la trenza maría y con los cachitos amarrados con elástico y con una cintita blanca encima. El último vestido (y marinero más encima) lo debo haber usado como a los 10 años. Mi primer bikini me lo compré a los 20, y el primer colaless como a los 23.

De 25 años, llevo 8 siendo tricotilomaníaca, 2 tomándome un tarro de leche Ideal al mes (aprox), como 10 con bruxismo, mantengo un colmillo de leche (y ni soñar con que me salgan las muelas del juicio) y durante varios años me comí los fósforos y las hormigas.

En 25 años he sido artista de distintas maneras: con dibujos cubistas en el cuaderno de recetas de mi mamá, con pulseritas de lana que vendía a las afueras de la panadería del barrio, con témpera, con puntillismo, con lápiz grafito y tinta negra, con pinturas al óleo, cantando y tocando flauta, y ganando unos pesitos con mi última afición: la "bisutería" con mostacillas.

Con 25 años, sigo sintiéndome niña. Me gusta usar jeans con zapatillas, tener cuadernos y lápices con monitos, uso llaveros de Pucca y mi nick está basado en Sailor Moon. Alucino con los accesorios chinos -sobre todo de Hello Kitty o My Melody-, me gusta ver monos animados y jugar videos, usar polerones con capucha y estampados infantiles. Sin embargo, mi faceta seria sabe ocultar esta parte de mí, y en la oficina parezco alguien medianamente adulta. Y han sabido reconocer mis méritos también.

En 25 años, he tenido hartos ciclos de amistades. Los amigos de la casa, los de el colegio, los de Antofagasta, los de la universidad, los de los autos, las de fútbol, los de la pega, los de los blogs. Aunque en este momento no sabría decir en qué estoy. En 25 años, aún no he aprendido a encajar.

Y sacando cuentas... llevo un quinto de mi vida con mi "este", y ha sido un período maravilloso, con altas y bajas, con alegrías y sufrimientos. Pero en este momento, y a pesar de todo, creo que es una relación llena de felicidad... y que me gustaría mantener al menos otros 25 años.

Al cumplir 25 años... creo que puedo decir "soy feliz".

Manifiesto del cuarto de siglo
1.6.06
Miedo a la soledad
El miedo a la soledad suele asociarse a la incapacidad de estar sin pareja. Sin embargo, doy fe de que no es así.


Le tengo una fobia horrible a estar sola. Y no en el sentido de pareja (o sea, claro que no quiero perder a mi este, pero es otro tema). Es que me cuesta mucho hacer sola actividades para otros quizás cotidianas. Nunca he ido al cine sola. Odio ir a comer sola. Cuando ando vitrineando sola, por lo general no me compro nada.

¿En qué irá? ¿Será una necesidad de aprobación constante? ¿Buscamos la compañía para aplacar la angustia? ¿Nos da miedo quedarnos a solas con nosotros mismos y con aquellos temas pendientes que en el quehacer diario vamos chuteando y chuteando?

Documentándome como siempre, encontré un artículo de una sicóloga en Mujeres de Empresa. Es larguito, pero tiene hartos párrafos destacables. Por ejemplo:



"El trato social en la vida cotidiana de las mujeres está construido para impedir la soledad. El trato que ideológicamente se da a la soledad y la construcción de género anulan la experiencia positiva de la soledad como parte de la experiencia humana de las mujeres. Convertirnos en sujetas significa asumir que de veras estamos solas: solas en la vida, solas en la existencia. Y asumir esto significa dejar de exigir a los demás que sean nuestros acompañantes en la existencia; dejar de conminar a los demás para que estén y vivan con nosotras.

Una demanda típicamente femenina es que nos "acompañen" pero es un pedido de acompañamiento de alguien que es débil, infantil, carenciada, incapaz de asumir su soledad. En la construcción de la autonomía se trata de reconocer que estamos solas y de construir la separación y distancia entre el yo y los otros."

¿Qué tan cierto es esto? No lo sé. Pero sí ahora que me he puesto a reflexionar sobre el tema, me he dado cuenta de que la constante búsqueda de compañía es como una señal de debilidad. ¿Por qué me cuesta comer sola? ¿Por qué no puedo ir a sentarme a un lugar lindo, pedir algo rico, y disfrutarlo lentamente?


El cine es más fácil de explicar... la verborrea me invade, y creo que saldría más angustiada del cine si fuera sola... no puedo ver una película sin comentarla!! Y si fuera sola, seguramente se me ocurrirían el doble de comentarios, y me sentiría amordazada, amarrada...

La sicóloga del artículo que les conté lo explica de esta forma:



"La autonomía pasa por cortar esos cordones umbilicales y para lograrlo se requiere desarrollar la disciplina de no levantar el teléfono cuando se tiene angustia, miedo o una gran alegría porque no se sabe qué hacer con esos sentimientos, porque nos han enseñado que vivir la alegría es contársela a alguien, antes que gozarla. Para las mujeres, el placer existe sólo cuando es compartido porque el yo no legitima la experiencia; porque el yo no existe".

Quizás tiene que ver con costumbres más de género, aunque tengo amigas que hacen sus cosas solas bastante bien. De todos modos, recuerdo a un amigo que hace poco se fue como un mes de viaje a Europa, absolutamente solo... yo no podría haberlo hecho!!

¿Será porque nos educan para ser protegidas, cuidadas y para ver peligros en todas partes que nos cuesta tanto salir solas? ¿Serán resabios del machismo presente en nuestra sociedad? Claro, porque es raro salir sola, peor es tomar un trago sola, si uno se arregla simplemente para uno, se interpreta como que anda buscando a alguien, uf!

De todos modos, no crean que soy taaan dependiente. Esas actividades que les he nombrado son las que me hacen más conflicto, porque me he perdido muchas películas en el cine por no querer ir sola, me he perdido de conocer mucho lugares choris para comer por no querer ir sola... y menos me atrevería a viajar sola, aún no estoy preparada.

Según el artículo:



"Para enfrentar el miedo a la soledad tenemos que reparar la desolación en las mujeres y la única reparación posible es poner nuestro yo en el centro y convertir la soledad en un estado de bienestar de la persona. Para construir la autonomía necesitamos soledad y requerimos eliminar en la práctica concreta, los múltiples mecanismos que tenemos las mujeres para no estar solas. Demanda mucha disciplina no salir corriendo a ver a la amiga en el momento que nos quedamos solas. La necesidad de contacto personal en estado de dependencia vital es una necesidad de apego. En el caso de las mujeres, para establecer una conexión de fusión con los otros, necesitamos entrar en contacto real, material, simbólico, visual, auditivo o de cualquier otro tipo".

Sin embargo, tan mal no estoy.



Disfruto largas caminatas en soledad, escuchando mis propios pensamientos o buena música en mi antiguo "pérsonal".

Disfruto mis ratos "para mí", ver mis uñas, cuidar mi pelo, mi piel, elegir ropa linda y vestirme bien sólo porque sí, no para agradar a nadie ni por alguna ocasión especial.

Disfruto pequeños vicios personales, como ir a tomar un frapuccino a un Starbucks, un helado del Bravissimo, un twister del Kentucky ... claro que casi nunca me quedo a disfrutar el vicio en el lugar, sino que lo hago caminando o en la oficina.

Disfruto (o disfrutaba, hace tiempo que no tengo tiempo de hacerlo sola) mis largas sesiones de vitrineo, que me llevaban a ser la mejor fuente de datos de todo tipo para mis amigas.

¿Y ustedes? ¿Cómo se llevan con ustedes mismos?

Yo ... como que me estoy reconciliando conmigo.

Miedo a la soledad