Sin embargo, la Ximena Torres Cautivo se merece una mención en este blog.
-Primero, porque es periodista de la PUC, igual que yo, jeje.
-Segundo, porque se casó con otro buen periodista que es Mauricio Hoffman (y bastante mino y simpático, fue mi profe en algún momento) y me tinca que son una pareja re entretenida.
-Tercero, porque me gusta como escribe y su forma de ser (reconozcamos, se comporta media cuica, pero me cago de la risa con ella... la vieron en Acoso Textual?)
-Y cuarto, por una gran columna que se mandó en una revista Mujer (de La Tercera), donde escribe -o escribía-, que rescaté por aquí en mi casa.
¿Han visto un aviso de las cervezas Escudo, donde muestra cómo varios gallos van terminando con sus pololas con idéntico ritual, con el único fin de terminar carreteando solos?
En esta columna, ella busca darle "el corte" a su partner de columnas, Jaime Collyer, y lo hace de una forma genial, parodiando a los hombres pero siendo sutilmente femenina de todas formas.
Paso a transcribir:
"El problema no eres tú, soy yo". "Démonos un tiempo". "No soy lo que te mereces". Estas frases tipo, usadas indistintamente por ellos o ellas, debieron ser en su momento comodines altamente útiles a la hora de darle filo a alguien. De terminar, como dicen los pololos. El problema es que como son eso: frases tipo, tengo la impresión de que han ido perdiendo credibilidad y, por lo mismo efectividad.
Ya nadie se traga la falsa generosidad que esconde el "no eres tú; soy yo", tan recurrido por los galanes de nuestras latitudes. Tampoco resulta verosímil esa mentirosa prórroga que esconde el "démonos un tiempo", que mal disfraza un evidente deseo de virarse, pero ahorrándose las lágrimas y las recriminaciones. Haciendo un parangón menos dramático, porque no se aplica a la cotidianeidad de índole laboral o social, esta frase se parece mucho a ese otro clásico recurso lingüístico del chileno: el "nos llamamos", que, aunque todos entendemos como la falaz promesa de un encuentro, la seguimos repitiendo como un tic sin haber para qué. Y el colmo de esta malentendida delicadeza a la hora de ponerle anestesia al dolor de la ruptura es ese súbito ataque de humildad que lleva al más cachetón de los cachetones a decir "yo no soy lo que te mereces".
Eso sí que es caraderrajismo.
Para efectos del blog, me quedaré sólo con este trozo, como para no latearlos, digo yo.
Me tocó esta vez el tema de la columna, no porque haya terminado mi relación (toc,toc,toc! toco madera!), sino porque terminó un pituto que tenía por allí. Y terminó así, medio con frases de estilo, con esos falsos ataques de humildad, y me queda esa misma sensación horrible en la guata cuando te cuestionan como pareja que cuando cuestionan tu pega. Sobre todo si te has sacado la cresta por ella. En fin. No se asusten, que mi pega oficial sigue andando. Pero ahora tendré más tiempo para hacerle a mi hobby: la artesanía.
Y perdón la falta de creatividad, pero tanto estrés me hizo probar otra exitosa dieta: luego de la de la apendicitis, que me hizo bajar más o menos 7 kilos; gracias al estrés y a algún alimento aún no determinado, estoy siendo obligada a probar la dieta de la gastroenteritis aguda, casi igual de efectiva y casi igual de dolorosa que el post operatorio.
Mientras, les dejo el tema de reflexión:
¿Tenemos que ser tan "eufemísticos" para todo?
¿Quién no se ha visto pidiendo un tiempo, cuando en realidad quieren terminar?
¿Quién no se ha encontrado con alguien que hace mucho no veía y le dice "ya po, nos llamamos y nos juntamos a almorzar", sabiendo que no piensa hacerlo?
¿A quién no le han dicho "te llamamos" luego de una entrevista de trabajo?
Cuenten, cuenten! El espacio está abierto.