No, no me sumo a la ola de blogs que hablan sobre el revolucionario movimiento estudiantil del que estamos siendo testigos actualmente (y que tiene a mi hermano más chico -alumno del Instituto Nacional- sin clases por más de una semana ya).
A una semana de llegar al cuarto de siglo, tengo ganas de mostrarles un aspecto más o menos oculto de mi persona, y dedicarle un pequeño espacio a unas criaturas que juegan un papel secundario, pero no menos importante en mi vida: las mascotas (no soy sólo una cara bonita, ven? jajaja!).
Sobre todo porque a medida que crezco, entiendo cada vez menos la crueldad y sangre fría que muchos manifiestan por estas pobres criaturas.
Por eso, elegí para mostrarles tres de las mascotas de mi casa, que han llegado a mi familia sólo para salvarlas del daño ajeno (donde caben dos caben tres, el corazón es grande, etc... y luego andamos apurados comprando comida de perros y gatos al por mayor! Doy fe de que comer Don Cucho y Cubi Dog no ha matado a ningún animal, no desconfíen del más barato jajajaa!) ... pero que se han convertido en parte importante de nuestra familia.
Primero, el "Gato" (sí, así se llama, y qué?).
Estaba un día en mi antigua oficina, que quedaba a la vuelta de la casa de mi pololo, cuando recibo una petición suya: se había ido una familia de su edificio, dejando a un gato chico botado, el que rondaba maullando lastimeramente por todos los pisos, y tenía amenaza de expulsión de los conserjes. Como él ya tenía una gata, no podía hacerse cargo de otro. Así que ahí empecé a mandar mails a todos mis conocidos con fotos del animalito en cuestión, a ver si saltaba un alma caritativa. Aparte de palabras de buena voluntad, no recibí ninguna respuesta concreta.
Llamé a mi casa (auspiciada por San Francisco de Asis) y la historia del gato conmovió a mi familia. Por eso, me dijeron que lo llevara mientras le encontrábamos un hogar (un mientras que dura hasta hoy, jajajaa! ... por eso no le pusimos nombre, para no encariñarnos, y al final quedó de "Gato" para siempre). Pero esa misma tarde, cuando lo fuimos a buscar, no lo encontramos en el piso de mi pololo (donde le habían acomodado agua y comida y un chal) ... entonces escuchamos un escándalo en el piso de arriba, ladridos, carreras, chillidos de vieja, un escobazo... y vimos al gato volar por la escalera y caer aturdido a nuestros pies, con su nariz sangrando.
Ni qué decir de la sarta de garabatos que le fue a echar mi heroico "este" a la viejuja, que murmullaba alguna defensa a su cagá de perro feo. Yo tomé al gatito, que estuvo hartas horas medio groggy, y lo traje a mi casa. Hasta el día de hoy le quedó el perfil romano de recuerdo. Claro que de debilidad no le queda nada: hoy es un gato tremendo y choro, con caminada de pantera, algunas cicatrices de guerra ganadas durante el establecimiento de su dominio en mi villa, y varios gatitos manchados circulando por aquí que perpetuarán su legado. El regalón de la casa.
Ahora, la causante de este post, la "Negra" (sí, somos súper originales para nombrar animales).
Esta gatita llegó a mi casa astutamente y por casualidad. Venía bien cuidada y no era para nada hosca, por lo que pensamos que era de otra casa y venía sólo de visita (cosa habitual viviendo en un pasaje chico, y por eso tampoco nos esforzamos en ponerle nombre). Luego nos dimos cuenta que pasaba el 90% del tiempo en nuestra casa. Y camino al supermercado, un día vimos una camada de gatos más o menos del porte de la "Negra", con varios negros, otros manchados, etc. Por lo tanto, cachamos que la gatita había cruzado una calle muy transitada por micros y había recorrido su trecho de villa para llegar hasta nuestro pasaje y nuestra casa.
Los vecinos la co-adoptaron (yo creo que la querían para ellos pero se rindieron). Lo malo fue que en su esfuerzo por apropiársela, la esterilizaron muy chiquitita. Y ha crecido súper lento...
Esta gatita es un amor, y es muy inteligente. Por eso mismo nos dio mucha lata que anoche llegara a mi casa cojeando. La tomamos para verle sus patitas, y reaccionó con dolor en una pata delantera, otra trasera y en las costillas. Además, andaba muy asustona, alguien movió una bolsa en el living y ella corrió a esconderse bajo la mesa. Conclusión: alguien le debe haber pegado. ¿Por qué? Sólo Dios sabrá (y castigará, espero).
Y por último... el Huaipe!
Este perrito llegó a mi casa muy esotéricamente. Parece que tenemos fama de casa de acogida animal, porque de cuando en cuando nos dejan cachorritos en el antejardín, los que ya hemos optado por llevarlos al veterinario de mi villa para que los desparasite y regale. Pero la llegada de éste fue especial.
Esa mañana, mis papás despertaron con unos ruidos de pájaro extraños. Se asoman, y había una cacatúa blanca con cresta amarilla parada fuera de mi reja! (se me olvidó rescatar la foto, después la pongo). Y cuando estaban mirando a este pajarraco y buscando la cámara para inmortalizarlo, se escuchan unos aullidos de cachorro. Y dando vuelta la esquina venía apenas caminando esta cosita.
Apenas mis papás pusieron atención al perro, el pájaro voló a perderse. Como nunca mi papá, que es el más reacio a los animales (él paga su comida jajaja!) le puso un plato de leche. Así que mi mamá dio por hecha su adopción y lo tomó para revisarlo y limpiarlo.
El perro venía en los huesos, y las garrapatas lo traían en andas. Mi mamá no se la pudo, y hubo que llevarlo al veterinario para que lo limpiaran y revisaran. El doc dijo que el perro tenía menos de un mes de vida, y estaba con un grado de desnutrición severo. Además, los parásitos le habían provocado tal anemia que tenía hasta la lengua blanca. Dijo que de no ser por nosotros, el perro no habría vivido un día más.
A la vez, al otro día al veterinario le llevaron otro perro igual al nuestro, que habían encontrado cerca de la casa. Al parecer, habían abandonado a ambos cachorritos cerca de las 7 am de una mañana de invierno... qué crueldad.
Y aunque pintaba para chico, ahora es un perro grande y molestoso, que parece de esos terrier barbudos con cara de perro viejo... y se ríe!!
La única mascota voluntariamente adoptada es mi Perli, que me regaló mi niño cuando llevábamos como un año de pololeo y yo moría de pena por haber tenido que llevar a sacrificar al perro de mis abuelos, que vivió como 20 años.
Y a ustedes... les gustan los animales? Han tenido alguna mascota que marcara su vida?
Actores Secundarios